lunes, febrero 19, 2007

De mi boca a tu boca.

Esta boca lee, entre líneas, las coordenadas
de una vida en escala real.
Se confunde entre dientes y mordiscos,
toda la sangre que derrama para sí.
De esta boca mía se urge regular la temperatura
con la serenidad de una lengua al otro lado,
sin aviones que conozcan otra forma de arribar.
De mi boca a tu boca, sólo el tiempo.
Algunas se encuentran, otras ni se hablan.
Todas se buscan.
Y tú y yo, nos confundimos con “Te quieros”,
sin planes de salvar la distancia, con ganas de vernos,
asustados, jóvenes, estúpidos.
Por eso, de mi boca a tu boca, sólo una hora,
otras personas, muchos errores.


...
Rayco Ángel Santana Pulido (RASP).

La mujer de tu vida.

La mujer de tu vida se mueve deprisa.
Quiere huir o ,quizás, la esperan.
Se sienta al lado de tus pies,
y amagas el gesto de querer tocarla,
buscando la complicidad o una mirada.
Echa los restos de tu ropa sobre ellos,
se levanta y entra al baño.
La mujer de tu vida no tiene nombre,
ni edad, ni señas de teléfono personal.
Eso piensas mientras te encuentras solo,
entre sábanas a medio tapar,
hora después de una llamada inoportuna,
con voz de alguien que no conoces
y la repentina prisa hacia la ducha.
Es su cuerpo el que se despide de tu rastro,
agua abajo y toalla recién perfumada.
La esperas convencido de que te echará,
mientras la notas salir de la ducha,
y sientes que habla sin dirigirse a ti.
Haces oído esperando encontrar tu nombre,
pero andas despistado celando de otro.
Puede ser conveniente arrancar de cuajo el camino,
todo lo trazado hasta esta orilla,
desandar y no dejar huellas.
Pero no te mueves.
La mujer de tu vida se te escapa de las manos,
te deja sin aliento.
Con los labios pintados a pasta de dientes,
la mujer de tu vida te mira desde la puerta:

“¿Te quieres quedar?”.

Sonríes, y te marchas.


...
Rayco Ángel Santana Pulido (RASP).

domingo, febrero 11, 2007

Horario de oficina.

Cuídate de la lluvia y de los pasos de cebra,
de las filas y de los relojes del centro,
de las llamadas y de los que viven a ras de suelo.
Cuídate de la sincronía de los amantes,
de la gente que nunca se entiende,
y del olor que desprende ese tipo que no deja de mirarte.
Cuídate de avanzar con los pies por delante,
por si tu cabeza se queda atrás,
y de la felicidad del que ríe sin motivo.
Cuídate de encontrarte desatendida,
de matar al primer explorador de tus costas,
y de quedarte dormida bajo el sol.
Cuídate de los taxistas suicidas y sus atajos,
de la mujer de tu jefe, de sus manos bajo tu ropa,
y de este trabajo fuera de su horario.


...
Rayco Ángel Santana Pulido (RASP).